Poesias,sentimientos,la vida misma,espero tan solo llegue a tu corazon,gracias
miércoles, 31 de octubre de 2012
lunes, 22 de octubre de 2012
sábado, 20 de octubre de 2012
Poesía Y Algo Más: desde este sabado hasta el 11/11 gentileza GonAl s...
Poesía Y Algo Más: desde este sabado hasta el 11/11 gentileza GonAl s...: Gentileza de GonAl viajes y turismo podes pasar un dia hermoso recorriendo en este hermoso Catamaran con tu pareja,amig@,etc,podes encont...
sábado, 13 de octubre de 2012
sábado, 29 de septiembre de 2012
sábado, 22 de septiembre de 2012
Por ahi vi que alguien buscaba "Reconocimiento" llamo mi atencion
RECONOCIMIENTO
DicPC
DicPC
El término reconocimiento deriva del latín re-cognoscere,
y expresa el conocimiento en profundidad de algo o de alguien. En lenguaje
platónico significaría sacar a la luz el verdadero conocimiento de algo. No es
un conocimiento conceptual ni sólo un conocimiento entendido como visión, sino
como movimiento para ver las cosas de modo radical. El reconocimiento nos
aproxima al misterio de la realidad y nos aleja de su delimitación como mero
problema positivamente objetualizable. Nos hallamos ante una suerte de
conocimiento preconceptual y prediscursivo, próximo al conocimiento amoroso, que
se acerca a cualquiera otra realidad, incluida la propia, no en cuanto lo que
esa realidad ha sido y está siendo, sino que asimismo nos proyecta a lo que ella
puede ser.
I. BASES ANTROPOLÓGICAS DEL RECONOCIMIENTO.
El reconocimiento es
una capacidad humana que nace de su estructura psico-física. El hombre es un
animal de realidades, que se caracteriza por ser independiente del medio y
ejercer un control específico sobre él. En virtud de esta capacitación, el
hombre se caracteriza por enfrentarse a las realidades como tales, y no como
meros estímulos, como es el caso del resto de los vivientes. El hombre es una
sustantividad que, libre de los instintos, se enfrenta a las cosas, a los otros
y a sí mismo, como realidades ante las que debe responder haciendo su vida,
desarrollando su personalidad. El hombre no nace predeterminado; su estructura
psicoorgánica es inconclusa, y ello quiere decir que es el hombre con su vida
quien, instalándose en la realidad, se halla en un campo de posibles mane-ras de
enfrentarse a lo real. Este he-cho establece el carácter abierto de la
realidad humana (Zubiri); abierto en una triple dirección: abierto a su propia
realidad humana en cuanto tal, abierto a los otros y abierto a Dios como
realidad fundante.
II. EL
RECONOCIMIENTO DEL OTRO.
Si el
reconocimiento, como dimensión antropológica, se enraíza en el carácter abierto
de la realidad humana, el reconocimiento del otro se especifica en la dimensión
del encuentro interhumano como /encuentro afectante. Desde un punto de vis-ta
histórico, hay que tener en cuenta las deformaciones que se han producido con
este tipo de reconocimiento. En la Edad Media, el comportamiento humano estaba
centrado en el reconocimiento de los cánones de conducta que modelaban al hombre
de honor, de modo que el des-honor constituía, de hecho, un no-reconocimiento
social. Posteriormente, el hombre moderno pasa de la cosmovisión centrada en el
honor, a la que atiende de modo
sustancial por los valores económicos y utilitaristas, de tal suerte que este
tipo de hombre busca en el reconocimiento de su haber y de su tener buena parte
del baremo de su propia felicidad y la de los suyos. En ambos casos, lo que se
explicita es un reconocimiento marcado por la receptividad y la pasividad: los
otros constituyen la oportunidad para ratificar el status social logrado.
III. NOTAS
DISTINTIVAS DEL RECONOCIMIENTO.
a) Respeto.
El reconocimiento comienza en el /respeto al otro, como presencia de un ámbito
que abarca posibilidades de mutuo crecimiento y edificación. El otro es una
realidad que nosotros no ponemos, sino con la que topamos, lo cual no quiere
decir que el encuentro sea la yuxtaposición de dos fuerzas contrapuestas. Hegel
pensaba que la única relación interpersonal posible es la que se encuentra
marcada por el reconocimiento, entendido como lucha por apropiarse el uno del
otro, como condición de posibilidad de adquirir la propia libertad. Resultado de
esta lucha será la instauración de la relación entre amo y esclavo, que promueve
tanto la voluntad de poder como la enajenación despersonalizadora. Por el
contrario, al comprender a la persona como una realidad que permanece
constitutivamente abierta a otras formas de realidad, contemplamos al otro como
una llamada personal que requiere una respuesta concreadora. El respeto, por
tanto, exige una doble renuncia: a la voluntad de poder y dominio sobre los
demás, en primer lugar, y, en segundo término, a la voluntad de servidumbre
sumisa, dependiente de los otros.
Cuando estas dos últimas circunstancias ocurren, el otro se convertirá en un él
o un se (G. Marcel), ambos impersonales, que no pueden desembocar en un
verdadero tú, personalmente pronunciado y reconocido como tal. El
reconocimiento como respeto requiere situar el verdadero encuentro interpersonal
en el /entre que lo constituye (Buber). Desde el entre, yo y tú se
construyen mutuamente implicándose el uno en el otro, erigiéndose así el
entre como fuente dinámica de sentido y acontecimiento relacional por
excelencia.
b) Respuesta. Reconocer al
otro es responderle. En la medida que respondo personalmente, el otro va
abandonando la forma impersonal
él/ se para configurarse como un tú
personal. Lo primero que pide el otro, como apelación, es mi respuesta. Y
respondiendo a la presencia del otro yo, respondo ante él de que ciertamente yo
estoy presente con mi respuesta y esta es auténtica; respondo de él, pues mi
respuesta condicionará en parte la posterior conducta del otro; y respondo de
mí, puesto que mi respuesta contribuye al diseño de mi configuración moral como
persona. Así, la respuesta es un acto que contribuye a esbozar la figura de la
realidad del otro, la de mi realidad personal y la de nuestra relación de
encuentro.
c) Confesión.
La confesión es la forma de respuesta que mejor
expresa el reconocimiento del otro. J. Lacroix entiende que confesarse al otro
es comunicarse por entero, y tiene como objetivo establecer una verdadera
comunidad de encuentro. Por esta razón, la confesión es entrega, en
cuanto que manifiesta lo mejor del
hombre, expresando cuanto hay en él de querido y de sufrido, su grandeza y su
flaqueza. Reconocer al otro no consiste en luchar el uno con el otro para
poseerse, sino confesarse la radical indigencia y menesterosidad que hallan en
el fondo de sus personas. La lucha, de esta forma, queda transformada en perdón,
reconciliación y reconocimiento mutuo. Por la confesión abandono la lucha por
someter al otro como esclavo, convirtiéndome voluntariamente en servidor del
otro, no como vencido, sino como covencedor, ofreciéndome y entregándome. Tal
como yo reconozca al otro, así el otro me reconocerá a mí; de esta manera,
confesar es reconocer o, más aún, reconocerse mutuamente; mediante la confesión
de la entrega estaremos reconocidos y verdaderamente convertidos en ser el uno
para el otro.
d) Creencia.
La confesión es posible desde la afirmación de la
/creencia radical en el otro. El reconocimiento del otro no puede quedarse en la
elemental constatación física de que el otro está ahí. Pronunciar «creo en ti»
es traspasar el campo de lo meramente constatable para fundar un ámbito de
encuentro radicalmente diferente. Por la mutua creencia del uno en el otro nos
sabemos coreligados en una relación interpersonal profunda y sincera. Creer en
el otro es darle crédito; así, el reconocimiento se manifiesta como total
confianza. Sólo cuando la expresión «creo en ti» es recíproca, es decir, tanto
de mí hacia él como de él hacia mí, sólo entonces hay verdadera creencia mutua y
verdadera relación de encuentro entre el otro y yo.
e) Amor. Las anteriores
características son distintas modulaciones de un único acto de amor. Reconocer
al otro es, en definitiva, amarlo incondicionalmente, descubriéndolo como un
otro distinto de mí, y descubriéndonos mutuamente en un más allá, que funda a la
vez la distinción y la conexión: un más allá que se fundamenta en la concreencia,
y que se expresa en la vocación personal. El amor se manifiesta en la mutua
transparencia, ya que en el amor se hace transparente el entre que funda
el acontecimiento del encuentro. La mutua transparencia se expresa en el mutuo
reconocimiento, que nos acerca a la persona del otro según su verdadera
vocación. El reconocimiento como amor al otro, opera en este en forma de
recreación. J. Guitton afirma que cuando lo conocido es otro hombre, la
conaissance es conaissance, el conocimiento es conacimiento; y, en
efecto, el reconocimiento del otro se funda en la posibilidad de nacer a un
verdadero encuentro, de nacer yo a la posibilidad de un tú que me constituye
enteramente como persona; de nacer el otro a la posibilidad de un tú que
igualmente le edifica personalmente, y de nacer ambos a la posibilidad de un
nosotros constituyente de dos personas.
IV. EL
RECONOCIMIENTO COMO ACTITUD RELIGIOSA.
Por ser
realidad constitutivamente abierta, el hombre es capaz de abrirse igualmente a
la realidad misteriosa que encuentra en
sí mismo, en los demás y en su mundo y
que le sobrepasa. Este abrirse lleva implícito el reconocimiento de una zona de
la realidad que resulta enigmática y que no llegamos avislumbrar del todo. Sin
entrar en el desarrollo del proceso personal, que lleva al hombre a reconocer en
su propia realidad personal el problema teologal de Dios (X. Zubiri), entendido
como el problema de la fundamentalidad de la propia realidad y de toda otra
realidad, la persona tiene acceso a la posibilidad de vivir la experiencia
religiosa del encuentro con Dios, en términos de relación interpersonal. Esta
experiencia religiosa provoca, en primer lugar, una actitud de reconocimiento de
esa realidad que se nos presenta como misterio, que conlleva: a) Comprender
que no es el hombre quien busca en primer lugar a Dios espontáneamente, sino
que es Dios quien se impone desde su carácter de ultimidad, posibilitación e
impelencia; la acción de Dios se sitúa al margen de nuestra voluntad; b)
Renunciar a todo intento de dominio o de posesión; ante la realidad de Dios,
el hombre no puede situarse como ante el resto de las realidades mundanas,
tratando de objetivarlas; c) Situarse existencialmente como una realidad
relativamente absoluta ante quien es la única realidad absolutamente absoluta;
d) Operar un radical descentramiento; el hombre debe salir de sí, ya que
el centro de la nueva relación no es él sino Aquel que tomó la iniciativa del
encuentro; e) Admitir a
Dios como Sumo Bien último y definitivo, que
responde a las cuestiones últimas de la vida, desplazando a los bienes
penúltimos y a las respuestas provisionales.
En conclusión, el
reconocimiento de los otros y del Totalmente /Otro en la existencia personal, va
envuelto necesariamente en un clima de gratuidad y de agradecimiento. Los otros
me han sido dados para llamarme por mi nombre, para que yo sea. Yo soy si soy
contigo. Es el otro quien me dignifica. El reconocimiento adquiere el sentido de
movimiento en el que uno reconoce ser llamado. Del mismo modo que un Estado no
existe realmente como tal hasta que no es reconocido por parte de otros Estados,
así el hombre no existe más que en la medida en que es reconocido y confesado
por otro. Reconocer al otro es reconocer su /dignidad de persona fin en sí
misma. No podemos olvidar que tres cuartas partes de la humanidad no son
reconocidas como personas desde el momento en que su dignidad de tales se
encuentra maltratada, herida o violada de múltiples formas.
BIBL.: LAÍN
ENTRALGO P., Teoría y realidad del otro, Alianza, Madrid 1983; BUBER M.,
Yo y Tú, Caparrós, Madrid 1993; DÍAz C., Cuando la razón se hace
palabra, Madre Tierra, Móstoles 1992; LACROIX J., El sentido del diálogo,
Fontanella, Barcelona 1968; ID, Crisis de la democracia, crisis de
la civilización, Popular, Madrid 1966; ID, Fuerza y debilidades de la
familia, Fontanella, Barcelona 1967; MARCEL G., Ser y tener, Caparrós,
Madrid 1995; MARTÍN VELASCO J., El encuentro con Dios, Caparrós, Madrid
1994.
L. A. Aranguren Gonzalo
martes, 18 de septiembre de 2012
Un ejemplo de como destruyen y difaman a quienes trabajan con amor y pasion
en un blog porahivi como la propia autora difama y es una profesional de la salud donde noconsta certificado ni numero de matricula ,pero que sirva esto de ejemplopara quienes apoyan la difamacion y molestar sin fin mas que lo aqui expuesto
amigos sin los bueno y de los otros no se puede...
si hasta ahora no conseguiste despues de los 55 lograr tus sueños inciste si no es en esta sera en la proxima?jajaja pa¨vos,ella y otros intentalo,sin molestar,difamar,agredir,perdes tiempo
lunes, 10 de septiembre de 2012
si sientes que alguien no debe estar en tu vida.....
yo lo hice deje de lado esa persona y plummmmmmmm para arriba
domingo, 9 de septiembre de 2012
Ya esta a la venta en papel Sentimiento de mujer
100 paginas.Edicion limitada,numerada,solo 10 ejemplares
Si te interesa deja tu mensaje aca,solo 10 ejemplares !!!valor 30$c/u
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viernes, 7 de septiembre de 2012
miércoles, 5 de septiembre de 2012
martes, 4 de septiembre de 2012
viernes, 31 de agosto de 2012
jueves, 30 de agosto de 2012
M e pasaron estos tips para la suerte
Desde
hace siglos, las diferentes civilizaciones han observado que existen
objetos que, por diferentes razones, atraen la suerte.
En ese sentido, se describen, a continuación, algunos de estos objetos
los cuales conviene tener en la casa, ya que atraen la buena suerte a
aquellas personas que habitan allí.
Buda sonriente
Esta figura que representa al Buda feliz es un símbolo de prosperidad,
alegría y fecundidad en los hogares budistas chinos. Para atraer la
buena suerte, se debe ubicar en un lugar prominente en el comedor, el
salón o el salón de estar.
Candelabro El candelabro
(siempre y cuando tenga siete brazos) pertenece a la tradición hebraica y
está considerado como un amuleto de suerte para la felicidad y el
equilibrio en el hogar. Inclusive, en el mundo esotérico representa una
luz en la oscuridad. Para atraer la b buena suerte al hogar, se puede
colgar un candelabro en miniatura detrás de la puerta de entrada de la
casa.
Elefantes En casi todo el mundo el elefante
representa la buena fortuna (especialmente si tiene la trompa arriba y
si está confeccionado en madera). Para atraer la suerte, es necesario
colocar la figura o estatuilla en forma de elefante en el pasillo de
entrada, mirando hacia dentro, o incluso al otro lado de la puerta, para
darle la bienvenida a la buena suerte.
Escoba Toda
hogar tiene su escoba que ayuda a los quehaceresdomésticos de limpieza.
Sin embargo, ésta también puede ser usada para atraer la buena suerte
al hogar. Para ellos, se debe adquirir una de fibra natural (no
plática) y se le debe atar, al centro del palo de la escoba, una cinta
de color verde.
Herradura Este es uno de los
elementos más utilizados para alejar el mal y atraer la buena suerte. En
cuanto a los agujeros que debe tener la herradura, se recomienda que
tenga siete, pero si la herradura es encontrada, puede tener más o
menos, y en este caso no tiene importancia. Es necesario colgar la
herradura (con las puntas hacia arriba) por encima de la puerta de
entrada de la casa.
Sin embargo, es importante no tomar una herradura al revés, es decir, por las puntas, ya que alejará la buena suerte.
Jade Esta piedra usualmente verde (aunque también existe de otros
colores) ha sido muy apreciada por los chinos, los mayas y hasta los
maoríes, ya que consideran que atrae la prosperidad, la salud y la buena
suerte. Incluso, se cree que protege el hogar contra los ladrones.
En este sentido, se puede comprar una pirámide confeccionada de jade
con el fin atraer la buena suerte. Ésta debe ser colocada en la mesa
del centro de la sala.
Sombrilla La sombrilla,
cuando está cerrada, es un elemento que simboliza la protección, y puede
servir como amuleto para atraer la buena suerte siempre que se coloque
cerca de la puerta principal de la casa.
Tortuga
Este animal simboliza longevidad y constancia y puedeatraer la salud y
la buena suerte especialmente si se coloca en la habitación de una
persona mayor.
Vasija de barro o de cristal llena de
frutas Como recipientes de adorno o de uso, las vasijas han estado
presentes desde los tiempos antiguos. Sin embargo, cumplen, igualmente,
una función en el mundo esotérico para atraer la suerte cuando están
repletas de frutas. Éstas se deben ubicar en el salón o comedor de la
casa. Se pueden acompañar con ramitas de canela y vainilla. Tiene
mayor poder de atracción cuando se emplea frutas frescas y no plásticas.
Zapatos viejos En la época medieval, en muchas lugares deEuropa las
personas solían meter y enterrar un zapato viejo al construir una nueva
alcoba en su casa. Otra forma de atraer la buena suerte a casa era
sembrar flores en botas viejas.
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